-Me atrevo a decir que usted, querido lector, antes de
que comience a leer este escrito sobre Ernest Hemingway, también debe leer:
“Campamento Indio”, “La corta y feliz vida de Francis Macomber” y “Las nievesdel Kilimanjaro”, cuentos del mismo Hemingway que serán tratados para hablar de
este canónico y sus narraciones de suma importancia para el cuento contemporáneo
en sí.-
Se vuelve difícil hablar sobre uno de los mejores
escritores del Cuento Contemporáneo luego de leer un final como el de Campamento Indio uno de los tantos
cuentos de este escritor. Tal vez se desea con el alma que en este preciso instante
el mismo Hemingway haga posesión de nuestro cuerpo y mente, y así, comience a
hablar de alguien que conoce muy bien en cuanto vida y estilo, él mismo. Pero
son demasiados deseos absurdos e imposibles, así que, no siendo más, se
comenzará una aventura…
Algo se leyó; un poco, o mucho más bien de Ernest
Hemingway… “Ernest Hemingway nos
deja al borde de la crisis del relato, nos presenta sólo la punta de un iceberg
y nos oculta su descomunal tamaño bajo el agua[1]”, esto
se dijo sobre el análisis de “Gato bajo
la lluvia”, y aún sin haber leído este cuento, la teoría del Iceberg con la
que se conoce a Hemingway también fue comentada por Kipling quien dijo alguna
vez que “los buenos cuentos son como los icebergs, sólo muestran una tercera
parte de su real magnitud”, y Hemingway adoptó esto para darle forma a sus
cuentos.
Se llega a esta teoría por
el final de La corta y feliz vida de
Francis Macomber en la que Hemingway plantea un misterio, que se considera uno
debe resolver y aún completar en esa escena final, hay una profundidad en el
hecho y deja con un sinsabor inmenso, cosa que también ocurre con Las nieves del Kilimanjaro, cuento en el
que es lindo identificar el final con esa hermosa frase del principio, pero… ¿y
qué? ¿ya? ¿se acabó? Pero bien lo dijo Gabo en “Todo cuento es un cuento chino”
al hablar de Las mil y una noches, “Más que el cuento mismo, alucinante por su sencillez,
éste me interesa ahora porque plantea otro de los misterios del género: si la
que presta el plomo no fuera una mujer sino otro hombre, el cuento perdería su
encanto: no existiría. ¿Por qué? ¡Quién sabe! Un misterio más de un género
misterioso por excelencia”[2].
Las Nieves del Kilimanjaro |
De Hemingway es mucho lo que podemos decir, pero se
rescata mucho la verosimilitud de sus cuentos y relatos, pues, al haber
conocido un poco de su vida uno entiende que éste hombre procuró que sus
cuentos reflejaran sus experiencias; encontrando la objetividad en lo leído
como ejemplo Las nieves del Kilimanjaro
y La corta y feliz vida de Francis Macomber que son historias
inspiradas en territorios africanos, territorios por los que Ernest Hemingway
caminó en distintos viajes que tuvo.
De este escritor uno encuentra riqueza
en todo, desde los diálogos de los personajes que son muy recurrentes en cada
narración y que como bien lo dijo Cabrera Infante “Hemingway es un artista que
renovó la prosa moderna americana con sus diálogos sofisticados para conversar
con primitivos, que son de una maestría todavía actual… Diálogos recurrentes
que revelan a los conversantes”[3],
y se está muy de acuerdo con esta última frase pues uno logra saber cómo es
Nick Adams (el personaje casi que autobiográfico de Hemingway) y cómo es su
padre el médico en Campamento Indio.
También se debe destacar esa particular forma de describir a sus personajes, de
forma directa, un poco subjetiva, y al parecer muy divertida e icónica, en
ejemplo miremos cómo caracteriza a Francis Macomber:
“Francis Macomber era muy
alto, y salvo tal exceso, muy bien formado. Trigueño, con los cabellos cortos
como un remero, tenía los labios más bien delgados. Se lo consideraba hermoso.
Vestía ropas de safari de la misma clase que Wilson, pero las suyas eran
nuevas. A los treinta y cinco años se conservaba en buen estado físico, era notable tenista,
había logrado marcar varios records de pesca mayor y acababa de demostrar, de
manera bastante pública, que era un cobarde”.
Hemingway
fue exquisito al pensar en esta descripción física pues no sólo nos propone lo
que el narrador ve si no, lo que varios veían en él.
En Las
nieves del Kilimanjaro, Harry es desesperante,
cortante cruel y muy racional en su agonía, por el contrario Helen quejándose
de casi todo, lo ve como un hijo, además damos con la posición social de cada uno
según sus diálogos.
(…) -Si hubiéramos contratado a un
buen mecánico en lugar de un chófer kikuyu medio salvaje, habría revisado el
tanque del combustible, y el cojinete del camión no se habría quemado.
-No es ése mi sentir.
-Si no hubieras dejado a tu gente, a
tu execrable gente de Westbury, Saratoga y Palm Beach para unirte a mí…
-¡No es posible que digas eso! Me
uní a ti porque te amaba. Es, pues, injusto que te expreses de esa manera. Te
amo, y siempre te he amado. Dime, ¿he dejado de inspirarte amor?
-¿Qué dices? ¡Nunca te he querido!
Hemingway debido a los diálogos y a lo que ven nuestros
personajes, nos permite saber todo por lo que han pasado, lo difícil de la
situación y permite que conozcamos sobre una tribu del lugar. Sus descripciones
de pajarracos, y hienas que los miran nos permiten además, hacer imagen del
lugar en el que se encuentran, toda una sabana africana azotada por el sol
ardiente.
Un Francis Macomber |
Por último en sus cuentos y sabiendo que este es uno de
los primeros, se encuentra Campamento
Indio, con su personaje Nick Adams, (que en sus cuentos desarrolla las
distintas etapas de la vida), Hemingway propició enfrentarlo desde la niñez a
grandes realidades presentándole con rudeza los
acontecimientos que rodean su historia. Es así como este pequeño pierde gran
parte de su inocencia al presenciar un
parto y un suicidio separados apenas por cuestión de minutos.
Campamento Indio |
Vemos entonces la intensidad que maneja este hombre, una
intensidad que es parte de su voluntad en estos tres relatos, y como bien lo
dijo Juan Bosch:
“Esa
voluntad de predominio del cuentista sobre sus personajes es lo que se traduce
en tensión por tanto en intensidad. La intensidad de un cuento no es producto
obligado, como ha dicho alguien, de su corta extensión; es el fruto de la
voluntad sostenida con que el cuentista trabaja su obra. Probablemente es ahí
donde se halla la causa de que el género sea tan difícil, pues el cuentista
necesita ejercer sobre sí mismo una vigilancia constante, que no se logra sin
disciplina mental y emocional; y eso no es fácil”[4].
De esta intensidad
vista en cada narración entonces, se encuentra un tema que se hace muy evidente
en los tres cuentos y es la comprensión de la muerte por parte de Hemingway
encarándose y acercándose a ella de todas las maneras posibles, retomando a
Juan Bosch…
“Él buscará aquello que su alma desea;
motivos campesinos o de mar, episodios de hombres del pueblo o de niños,
asuntos de amor o de trabajo. Una vez obtenido el material, escogerá el que más
se avenga con su concepto general de la
vida y con el tipo de cuento que se propone escribir”[5].
Se resaltó el “concepto general de la vida” pues en las
diferentes emociones que se le presentaron frente a cada viaje, reconoció una
lucha ritual del hombre frente a la naturaleza salvaje, reconoció el miedo y la
lucha contra el miedo, el miedo a morir, a no saber qué enfrentar y cómo
enfrentarlo, dejando entrever así sus miedos más internos y aquello que parecía
obsesionarlo. Sus narraciones cuentan así con elementos
imaginarios y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderos o basados
en la verdad o lo cierto, o ligados en todo caso a un elemento de la realidad,
o ficticios desarrollados en un
tiempo y espacio determinados, narraciones épicas.
Hemingway hace uso de la cobardía y al
mismo tiempo del coraje, sus personajes asustados de repente obtienen el valor
necesario para continuar y es así como continúa la teoría del iceberg en la que
lo elemental y fundamental a veces del relato debe permanecer sumergido, como
por ejemplo la impotencia que presentan cierto personajes en momentos precisos
del cuento. El médico y padre de Nick, que no sabe qué hacer o decir en cuanto
el suicidio visto y presenciado por su hijo, Harry con una pierna gangrenada y
con un diálogo interno de memorias y recuerdos pasados, y finalmente un Francis
lleno de diálogos breves, secos y sencillos que terminan convirtiéndose en una
fatalidad y tragedia.
La intensidad que en sí debe traer el
cuento, con Hemingway se cumple a cabalidad. Tan propia del cuento y tan propia
de él mismo, quien según cuentan; “tenía miedo a la vejez, era de un carácter
depresivo que se iba agravando con el tiempo y sufría de un trastorno bipolar
que le amenazaba cada tanto y del que no podían sacarlo ni los toros ni los
vinos ni la pesca ni los libros. Vivía perdido en una suerte de gloria póstuma.
Entró y salió de varios hospitales, batallando contra diversas dolencias,
perseguido por la sombra de la enfermedad mental que había provocado el
suicidio de su padre y de dos de sus hermanos”[6]. Alguna vez incluso
escribió: “Si no puedo vivir como yo quiero, la existencia es imposible” Y a
veces, las ansias de matarse eran tan desesperadas que el 2 de julio de 1961,
se pegó un tiro con una escopeta. Entendiendo algunos que se había suicidado,
otros tantos, que había sido un accidente de caza.
Finalmente, ya que la tensión en estos cuentos de Hemingway
se siente de principio a fin, para Bosch:
“Saber
comenzar un cuento es tan importante como saber terminarlo. El cuentista serio
estudia y practica sin descanso la entrada del cuento. Es en la primera frase
donde está el hechizo de un buen cuento; ella determina el ritmo y la tensión
de la pieza”[7].
De esta manera se da con uno de los
mejores representantes del cuento moderno, quien ve su inspiración en lo
cotidiano, en experiencias vividas y lo memorable de las diferentes
situaciones; un tanto pesimista con la vida enfrentando un conflicto interior
que parece también querer resolver a través de sus personajes, como con Harry
quien ama a su mujer, pero en su situación sólo puede insultarla. Éste busca
hacer de sus recuerdos una realidad, pero no son más que delirios así como el
final del cuento, abierto y expuesto a imaginar o dejar ahí.
Para Hemingway tal vez sólo hubo dos
caminos: vida o muerte. Pero imaginando que tan sólo quería libertad, a lo
mejor a esta hora, a pesar de todo, en algún lago, sentado en la popa de algún bote, mientras
sus lectores reman, Hemingway también tenga la completa seguridad de que nunca va
a morir...
LENGUA Y CULTURA
Ana María Martínez Henao – 000175255
Laura Martínez Álvarez -- 000172094
[2] ¿Todo cuento es un cuento chino? Gabriel García Márquez. Pág. 1
[3] Y va de cuentos. Guillermo Cabrera Infante. Pág. 20-21
[4]
Apuntes sobre el arte de escribir cuentos. Juan Bosch. Pág. 2
[6] Las Nieves del Kilimanjaro. David Torres. Agitadoras revista
cultural. ISSN 1989-4163. NUMERO 31 - MARZO 2012
[7] Apuntes sobre el arte de escribir cuentos. Juan Bosch. Pág. 3
Muy bien argumentado la critica de la los escritos de hernes Hemingway y es muy importante el énfasis y el crédito que le dan al escritor ya que era uno de los mejores escritores del Cuento Contemporáneo haciendo notar con es que que hicieron una buena investigación sobre su vida y sus escritos.
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