Delincuentes 2.0
En las redes sociales, nuestros contenidos determinan cuán cómplices somos de nuestros propios verdugos. Le damos acceso a nuestra vida privada a los ladrones, asesinos o corruptos que trabajan a título personal, como emprendedores de la delincuencia o a corporaciones y empresas internacionales.
Sí, ya lo sabemos: las
redes sociales cambiaron el mundo. Nos acercaron más, unieron familias, nos
permite saber en tiempo real qué está pasando al otro lado del hemisferio y nos
interconectan simultáneamente. La interacción que nos permite con otras
personas parece borrar las barreras temporales y geográficas. Son la plataforma
para crear tendencias y temáticas en común con todos los ciudadanos del mundo.
También, exhiben y exponen nuestra naturaleza humana.
¿Qué podría decir Arthur Conan Doyle, si tuviera acceso a las
redes sociales? Probablemente su personaje más famoso, Sherlock Holmes, estaría
buscando rastros en Instagram y geo localizando al asesino en serie gracias a
sus fotos en primer plano de las comidas. Y, en vez de deducir la talla de
zapatos con la que fue manchada de sangre la alfombra en la habitación de la
víctima, le pediría a un amigo hacker que ingrese a las bases de datos de
consumidores de marcas de zapatos, para reducir desde allí la lista de sospechosos. Claro, probablemente el mejor amigo del
detective no sería un experto médico, ilustrado en anatomía y química, sino un
ingeniero de sistemas.
Lo público de lo privado
Hacer pública nuestra
vida se ha convertido en un acto natural. El muro de Facebook es nuestro
confesor y allí reposamos las cosas buenas y malas que nos pasan en el día a
día. Y aunque Julio Verne no vaticinó en sus novelas clásicas la llegada de las
redes sociales, como sí lo hizo con los grandes inventos del siglo XX, Phileas Fogg y su ayudante
Jean Passepartout tendrían un gran número de seguidores en sus cuentas
personales, publicando cada jornada de su vuelta al mundo en 80 días, los
esperarían caravanas de seguidores, fans y algunos ladrones que esperan robar
las maravillas de suvenires que han mostrado en sus post.
Seguir el rastro de
nuestros recorridos, que están registrados en la nube no es nada difícil. De
hecho, cada uno de nosotros suele montar información personal sin caer en
cuenta quién puede tener acceso a ella, nos hacemos vulnerables ante aquellos
que, efectivamente, están sentados tras una pantalla diseñando un mapa de
nuestra vida, les abrimos las puertas para delinquir. ¿Será fácil para un
ladrón acceder a mi información? El experimento social que ha sido viral, nos
da un claro ejemplo de que sí es posible y, de hecho, sucede. Ignacio Rojas es
un youtuber que en el 2014 publicó en el canal de videos un experimento social
que nos muestra cuán vulnerables somos ante un delincuente, sólo por nuestras
publicaciones. El video se ha vuelto viral con más de 100 mil reproducciones:
Lo que quizá más llama
la atención de este video, es lo fácil que el protagonista logró rastrear a las
personas, gracias a varias apps que usó. Todo esto es posible porque cada
persona alimenta gratuita y voluntariamente cientos de bases de datos de sus
consumos y su vida cotidiana. En este caso, él hizo el video con una finalidad
reflexiva y con un tono cómico sobre cuán vulnerables somos, pero este mismo
ejercicio lo puede hacer un asesino, un secuestrador o un ladrón.
Si algún exceptivo y
confiado usuario podría dudar de esta realidad, alegando que son iniciativas de
unos cuentos para sabotear algo que se ha vuelto indispensable para la vida
diaria, sería bueno darle un referente más oficial, entrenado directamente en
las fuerzas de inteligencia de Estados Unidos, para demostrarle cuán cierta es
la realidad de las redes sociales, frente al filtro de nuestros datos
personales: Snowden y Assange. En el siguiente artículo, que les recomendamos
leer, el autor nos da cuenta de cuán cómplices podemos ser de nuestros propios
ladrones, incluso si estos están protegidos con el fuero de una organización gubernamental. Es imposible hacer de cuenta que estás cosas no existen, pues los ejemplos están a pedir de boca en con sólo escribir "delitos cibérnéticos" o tags similares en google. Alguno, por ejemplo, se ha cuestionado sobre porqué sólo nos sale cierto de tipo de publicidad en el costado derecho de la pantalla de facebook.
Entonces, depende de cada uno de nosotros, determinar cuál es el grado de complicidad que tendremos con las personas que usan para fines negativos e ilegales nuestra información.
Me parece que es un tema muy interesante y bien escogido porque este tema ademas de interesante es complejo ya que todo tipo de interacción en las redes sociales y en general en internet tiene una consecuencia, positiva o no eso depende de cada persona pero, este es escrito hace que nos pongamos pensar de que clase de aportes hacemos nosotros como usuarios de un sistema de comunicación tan complejo como lo es el internet. de si es o no un aporte sano y si somos simples o usuarios y posibles víctimas de este tema.
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