CONSECUENCIAS TRAS LA LECTURA DE UNA CARICATURA: MÁS ALLÁ DE UN DIBUJO
Podría
ser tomada como una simple broma, pero
la caricatura ha ganado terreno en el mundo periodístico, pues esta, más allá
de una sátira burlesca, se ha convertido
en una crítica social, política e incluso religiosa, en muchos casos, volviéndose
reveladora de asuntos polémicos que afectan a toda una comunidad. Por esto, la
caricatura no pasa desapercibida ante los ojos de los ciudadanos ni de grandes
figuras públicas, y debe ser tratada con cuidado, realizando una cuidadosa
lectura de lo que es o, en el caso de los caricaturistas, de lo que quieren que
sea.
El
autor de una caricatura carga con una gran responsabilidad al hacer este
retrato humorístico de la sociedad, en el cual, por medio de exageraciones, ya
sean de una situación específica o de rasgos físicos o emocionales de los
personajes, da a conocer no solo su punto de vista, sino el de toda una
comunidad.
Estas
personas, además de buscar informar con veracidad, deben hacer una buena lectura
de la realidad y mirar tambas caras del asunto al que se enfrentan, para luego
decidir a qué lado quieren dar voz, basándose en argumentos válidos.
Podríamos
decir que en la construcción de una caricatura, como en la de cualquier otro
texto periodístico, se da un proceso de lectura crítica que comienza cuando los
caricaturistas deciden lo que quieren plasmar en sus dibujos y cómo van a
hacerlo y finaliza en cada uno de los lectores, quienes, a su vez, toman una
posición frente a esta obra.
Aun
así, existen casos en los que los periodistas no miran a profundidad el
contexto que los rodea, haciendo su trabajo a medias. Y, mucho más aún, sucede
que se equivocan los receptores pues, en muchas ocasiones, ven el mensaje como
ellos mismos quieren que sea o no leen detrás de líneas, no ven el contexto ni
se enteran de los propósitos que busca el caricaturista.
A costa
de lo anterior se han generado grandes polémicas. La más conocida y trágica fue
el caso del periódico Francés Charlie Hebdo, en el cual 12 periodistas murieron
a manos de dos terroristas islámicos, pues el semanario publicó unas
caricaturas en las que se burlaban de Mahoma.
Otro
ejemplo es el de la demanda que la Federación Nacional de Cafeteros instaló en
contra del autor de la historieta estadounidense Mother Goose & Grimm, pues
en uno de sus capítulos muestra a Juan Valdez, el ícono del café colombiano en
el mundo, relacionándose con los actores armados ilegales del país.
La causa
de casos como los anteriores radica en falta de entendimiento entre el lector y
el caricaturista (como también en la falta de respeto de alguno de los dos), es
por esto que ambos deben tener claro lo que pasa a su alrededor, en su ciudad, país
o en el resto del mundo, dependiendo de la caricatura que vayan a hacer y de
los temas que esta abarque. Además, es necesario que tengan bases para
sustentar el porqué de la caricatura (de su mensaje) y tener conocimiento
acerca del tema al que esta se refiere, en resumen, realizar una lectura
crítica completa y detallada.
En general disfruté de su lectura, el texto es claro, breve y fácil de leer. Me gustaron los ejemplos que utilizaste. Te invito a que revises el párrafo tres, hay una palabra mal escrita.
ResponderEliminarEl texto debe ser mejorado en varios aspectos, el primero y más importante es el de la conceptualización. Al respecto, una adecuada presentación de qué es una caricatura, los contextos en que puede aparecer, sus posibles modalidades, autores y propósitos, y posibles lectores, todo ello facilitaría y potenciaría el ejercicio de la lectura crítica de la caricatura. Por ejemplo, no toda caricatura es política ni todos los autores de ellas son periodistas. Así mismo, la caricatura en sí misma no se equipara a la noticia ni refleja necesariamente una realidad objetiva; para ello estaría la noticia transmitida por medios escritos u orales.
ResponderEliminarComo consecuencia de la falta de precisión conceptual se tuvo, en este caso, el reclamo a los caricaturistas para que se atengan a los hechos ("la verdad"), a pesar de que, más que verdades, en muchos casos de lo que trata la caricatura es de interpretaciones polémicas de lo que socialmente se puede presumir como verdad.
Relacionado con lo anterior tenemos que aspirar encontrar en la caricatura y el caricaturista intervenciones meramente informativas equivale a restarle a ambos uno de los sentidos que justifica su presencia: la transgresión (a la oficialidad, a la moral, a los formatos, a la formalidad...) que posibilita la emergencia de otras comprensiones (lo ridículo, lo grotesco, lo insensato, lo injusto...).
Aparte, el acompañamiento de imágenes se podría hacer de forma más armónica, por ejemplo si el texto mismo hiciera comentarios relacionados con la imagen, o la imagen fuera referenciada como complemento directo de las argumentaciones. Si el texto no las menciona explícitamente, las imágenes pasan a ser meros adornos.
Una excelente reflexión se dio al hacer referencia de el momento en que comienza la lectura crítica en la caricatura... en el autor, y el momento en que culmina.
Se suponía que el equipo era de tres, pero solo firma Mariana Restrepo Franco ¿?
ResponderEliminarEl texto debe ser mejorado en varios aspectos, el primero y más importante es el de la conceptualización. Al respecto, una adecuada presentación de qué es una caricatura, los contextos en que puede aparecer, sus posibles modalidades, autores y propósitos, y posibles lectores, todo ello facilitaría y potenciaría el ejercicio de la lectura crítica de la caricatura. Por ejemplo, no toda caricatura es política ni todos los autores de ellas son periodistas. Así mismo, la caricatura en sí misma no se equipara a la noticia ni refleja necesariamente una realidad objetiva; para ello estaría la noticia transmitida por medios escritos u orales.
ResponderEliminarComo consecuencia de la falta de precisión conceptual se tuvo, en este caso, el reclamo a los caricaturistas para que se atengan a los hechos ("la verdad"), a pesar de que, más que verdades, en muchos casos de lo que trata la caricatura es de interpretaciones polémicas de lo que socialmente se puede presumir como verdad.
Relacionado con lo anterior tenemos que aspirar encontrar en la caricatura y el caricaturista intervenciones meramente informativas equivale a restarle a ambos uno de los sentidos que justifica su presencia: la transgresión (a la oficialidad, a la moral, a los formatos, a la formalidad...) que posibilita la emergencia de otras comprensiones (lo ridículo, lo grotesco, lo insensato, lo injusto...).
Aparte, el acompañamiento de imágenes se podría hacer de forma más armónica, por ejemplo si el texto mismo hiciera comentarios relacionados con la imagen, o la imagen fuera referenciada como complemento directo de las argumentaciones. Si el texto no las menciona explícitamente, las imágenes pasan a ser meros adornos.
Una excelente reflexión se dio al hacer referencia de el momento en que comienza la lectura crítica en la caricatura... en el autor, y el momento en que culmina.